“Como una ola. O, con más precisión, como un tsunami. Así ha llegado a nuestra sociedad un conjunto de productos para fumar que imitan al cigarrillo en tanto se distancian de él, envueltos en sofisticadas hechuras y elocuentes mensajes: «sin humo», «inofensivos», «beneficiosos». ¿Lo son? El presente artículo ofrece una lectura de la situación y pone el foco sobre dos aspectos relevantes, como son la salud pública y los intereses comerciales. Por señalar el punto de partida, consideremos lo siguiente: la mitad de los adolescentes en España los ha utilizado alguna vez. Sí, el 50 %. Un tsunami”.
Con el párrafo anterior comenzamos una serie de colaboraciones periódicas con la plataforma Eroski Consumer, espacio de referencia para los consumidores promovido por la Fundación Eroski, a la que estamos inmensamente agradecidos por considerar de interés nuestro trabajo en pos de ayudar a crear una comunidad crítica, informada y saludable (acaso una utopía inalcanzable, pero guía de nuestro proceder)..
Y en la primera de nuestras colaboraciones mensuales abordamos un tema de plena actualidad: los nuevos dispositivos y formas de fumar que se promocionan como alternativas al tabaco, analizando su abrupta aparición a la luz de la necesaria adopción del principio de precaución que dicha irrupción merece y de los notables y poderosos intereses comerciales que los promueven. Está en juego la captura de una nueva generación de usuarios. Puedes leerlo aquí.
No debo ni puedo concluir estas líneas sin agradecer mucho a Laura Caorsi, coordinadora de redacción de la plataforma web de Consumer, su confianza en la aportación de quien esto escribe.
Por Félix A. Morales,
Salud y suerte.