Joan Guinovart: «Por primera vez en la historia, los pobres son gordos y los ricos, esbeltos: es la cocacolonización»

Afirma lo anterior uno de los primeros espadas de la ciencia española, el director del Institute for Research in Biomedicine de Barcelona, centro público de investigación de referencia en España y a la vanguardia internacional. Y aunque diga que no es más que “un investigador básico”, Joan Guinovart habla con conocimiento de causa, pues es una autoridad en diabetes, una de las patologías de mayor incidencia mundial, cuyo avance, señala, hay que tratar de detener: “la única solución es la educación, a los niños y a las familias, hay que volver a la comida de la abuela…”. Con él inauguramos la sección de entrevistas de Concísate.

Joan Guinovart - créditos Daniel López-IAC - detalle
De verbo dicharachero y directo, Guinovart dirige el IRB desde su fundación en 2005 (imagen Daniel López/IAC)  

Hablamos con Joan Guinovart en el transcurso de un reciente congreso que reunió a los institutos de investigación pública más reputados de España, distinguidos con el sello Severo Ochoa. Y lo hicimos sobre diabetes tipo 2, patología crónica de enorme impacto social y económico, la cual, como explica, “no es la enfermedad del azúcar, sino del azúcar y las grasas, y de su control a través de la insulina”.

Pregunta- En los inicios de este problema de salud, los tejidos se hacen ‘sordos’ a las órdenes de la insulina. ¿A qué se debe esta resistencia, está determinada por nuestra evolución o por factores ambientales, de hábitos de vida?

Por una combinación de ambos. Existe cierta tendencia genética, lo cual no quiere decir que los genes determinen la enfermedad, pues predisposición no es lo mismo que tener la seguridad de padecer algo, y sobre ella intervienen claramente los factores ambientales. En particular dos: el ejercicio y la obesidad.

Por un lado, la actividad física propicia un músculo ejercitado, que responde mucho mejor que uno sedentario a la hora de gastar glucosa, su fuente de energía, es decir, trabaja con menor exigencia por parte de la insulina. De otro, la obesidad, sobre todo la acumulación de grasa en la panza, es signo de una cantidad brutal de células adiposas, mal irrigadas, que desencadenan procesos inflamatorios que son los que a su vez dificultan la actividad de la insulina.

El problema es que hoy podemos conseguir mucha comida, muy barata, haciendo muy poco ejercicio. Hemos reducido al mínimo la maldición bíblica de ‘te ganarás el pan con el sudor de tu frente’; muy poca gente hace un trabajo físico, por lo general estamos sentados en una mesa, ahora ni necesitas bajar a hacer la compra, te la traen a casa…

P- ¿Y qué pesa más en esa balanza: el sedentarismo o la gran disposición de alimentos procesados?

Las dos cosas. Tenemos la comida en la nevera, la sacamos y la metemos en el microondas… nos volvemos más vagos, y comemos mirando la televisión. Por otra parte está la gran cantidad  de comida disponible muy gustosa, muy palatable y con un precio irrisorio. Nunca en la historia de la humanidad, al menos en los países occidentales, había habido tanta comida, tan fácil de obtener, tan gustosa, tan barata…

P- ¿Y tan potencialmente dañina?

El problema de esta comida es que los humanos estamos preparados para que nos atraiga la grasa, el azúcar, la sal: esto se llama ‘bigmac’. Es decir, precisamente los tres elementos que se relacionan con la diabetes, con el síndrome metabólico, con la hipertensión, etc.

Hoy, una inmensa cantidad de población tiene acceso a este tipo de comida más perjudicial, más palatable, más atractiva y que además, curiosamente, es más barata y más fácil de conseguir que una comida más sana: comparemos un ‘mcdonald’s’, con una coca-cola grande y unas patatas fritas con respecto a un pescado al horno con verduras.

P- A estos cambios de estilo de vida se ha referido usted con una metáfora… 

Sí, en este aspecto hemos cambiado el orden del estereotipo de los tebeos de los años 50 y 60 del pasado siglo: el rico era orondo, con panza, con chistera y puro, y el pobre, delgadito y escuchimizado. Ahora es al revés, pues en el mundo occidental esta epidemia de obesidad frecuentemente ocurre en las clases más desfavorecidas, porque no tienen la información, el dinero…

Por eso podemos decir que ha habido una inversión: por primera vez en la historia, los pobres son gordos y los ricos, esbeltos. Asimismo, en sociedades donde el hambre era la característica definitoria, como en amplias zonas de países como India, la entrada de estos productos, la cocacolonización [término del ámbito de la sociología también presente en la literatura científica] ha implicado que individuos que habían sido seleccionados para sobrevivir a situaciones de hambre ahora se encuentren con un exceso de calorías, lo que está disparando el número de obesos. Y esto no va a parar aquí.

P- ¿Qué soluciones hay?

La única solución es la educación, que la gente entienda que si quiere vivir más años y estar mejor tiene que hacer un esfuerzo, controlar su peso, hacer ejercicio… El impacto positivo de estas medidas sería inmenso, supondría un ahorro brutal para el sistema sanitario.

P- ¿Y medidas más coercitivas? Por ejemplo, algunas ciudades del mundo están aprobando impuestos a los alimentos considerados insanos.

Yo creo poco en la coerción. Soy profesor y considero que lo que hay que hacer es educar. Cuando tú convences a alguien de que eso es bueno para ellos, es mejor. Aunque es cierto que no es tan fácil. Además tienen mucha influencia las familias, que se han apartado de los modelos de cocina tradicional; no se parece nada lo que comen ahora a lo que comían sus abuelos. Hemos abandonado un tipo de alimentación que durante milenios demostró ser la más adecuada para nosotros.

Y esto empieza ya desde lo niños: del pan con tomate o el pan con cebolla se ha pasado al bollycao con bebida azucarada. Es muy preocupante, la cantidad de niños obesos se está disparando, y un niño obeso es un niño enfermo al que le costará muchísimo tener una vida sana. Hay que educar, educar y educar a los niños [sic], y a las familias.

Y si en algún lugar fuesen necesarias este tipo de normas coercitivas al respecto de los alimentos no sanos, sería en los comedores escolares, de manera que se favorezca que se sirva comida más ‘de siempre’. No se trata de inventar la sopa de ajo sino de que la gente siga tomando sopa de ajo, y que no se nos cambie a bollycaos. Hay que volver a la comida de la abuela, a la de siempre, a más verdura, más fruta, suficiente pescado…

P- Y con respecto al ámbito de la investigación sobre diabetes tipo 2, ¿a qué retos se deberán enfrentar los científicos durante los próximos años?

A entender en detalle los mecanismos básicos por los cuales la falta de ejercicio y el exceso de grasa provocan la resistencia a la insulina. Ya sabemos que probablemente se deba a la inflamación que ello genera, pero aún queda por detallar cómo dicha inflamación hace que la insulina trabaje peor. Es el gran reto.



El IRB: de ambulancias cerebrales a moscas de laboratorio

El IRB acaba de cumplir 10 años. Está conformado por casi medio millar de personas de más de una treintena de países. Y saca pecho: en su primera década de vida el centro presume de más de 1.800 trabajos de investigación publicados en la literatura científica de referencia, una treintena de patentes o una decena de becas de la European Research Council, la línea competitiva de financiación europea a la investigación de alta calidad. Preguntado por sus principales líneas de trabajo, su director enumera las tres siguientes:

  • Entender la metástasis del cáncer. “Normalmente la gente no muere del cáncer primario, sino de su metástasis, por eso tratamos de entender por qué y cómo algunas células cancerosas logran escapar de su punto de origen, esconderse en un tejido foráneo, sobrevivir al ataque del sistema inmunitario, evitar entrar en apoptosis [muerte celular] y luego, tiempo después, despertar y crecer de forma descontrolada en un entorno diferente al primario, a aquel en que surgieron…”, señala Guinovart.
  • La mosca del vinagre como modelo de enfermedades humanas. En efecto, la Drosophila melanogaster siempre había sido usada en el campo genético, “pero en el IRB, fruto de la interacción de los genéticos y los biomédicos, estamos desarrollando su uso como modelo de enfermedades humanas, pues no es tan distinta a nosotros y las lecciones que nos enseña una mosca tienen alta probabilidad de que se den también en humanos”, señala Guinovart, añadiendo que «sería un paso previo al uso del ratón, más barato, más rápido, sin tantos problemas éticos, que serviría al investigador para desbrozar el camino de manera ágil, para que cuando acuda al ratón ya tenga las ideas más claras y esté en un proceso de trabajo más avanzado”.
  • Ambulancias cerebrales. Uno de los grandes problemas que plantea el cerebro es que los medicamentos le llegan mal. Está aislado, protegido por la barrera hematoencefálica, por lo que acceder a él es difícil. Por eso, indica Guinovart, “cuando tomas un medicamento vía oral o endovenosa hay muy pocas posibilidades de que llegue al cerebro, muy pocas sustancias son capaces de sobrepasar dicha barrera”. Frente a ello, en el IRB se trabaja en el diseño de ‘ambulancias cerebrales’, unos productos que sí la traspasan y a los que se pretende utilizar como lanzaderas, adhiriéndoles fármacos que por sí solos no serían capaces de llegar al cerebro, para que los transporten hasta su diana. “Si fuera así, sería un paso adelante para el tratamiento de los gliomas o de una serie de enfermedades neurodegenerativas que ahora son muy difíciles de abordar”, puntualiza.


Cuando la ciencia se hizo viral

Hace un año, la plantilla de este centro de investigación pública ubicado en el Parque Científico de Barcelona subió un video a Youtube, y se hizo viral, lo cual no deja de ser un gran mérito si consideramos que no hablamos del reciente videoclip del cantante del momento o la última gracieta que peta la red. A Guinovart y los suyos les dio por bailar para visibilizar y apoyar la investigación sobre el cáncer, el Alzheimer y la diabetes. Hay motivo.

Por Félix A. Morales,

Salud y suerte.

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