La semana pasada, el abajo firmante estuvo apostado en un céntrico parque público de Santa Cruz de Tenerife, dentro de una carpa 6×3 y pertrechado de un modesto surtido de alimentos y productos y varias sencillas herramientas para su análisis e interpretación. Se trataba de uno de los puestos de las Miniferias de las Semanas de la Ciencia y la Innovación en Canarias 2016, promovidas por la Agencia Canaria de Innovación, Investigación y Sociedad de la Información, entidad a la que agradezco su confianza.
Mi misión era ofrecer unas imaginarias gafas científicas a todo el que por allí pasara, tuviese 10 ó 90 años, para que, por sí mismo, repensase las relaciones entre hábitos de consumo y salud, ayudando a limpiar su mirada del polvo del marketing y la paja de los mitos. Durante tres días, me relacioné con cientos de personas: niños y jóvenes, madres y padres, abuelos y tíos; ciudadanos, en fin.

Como agradecimiento al interés mostrado, reseño a continuación lo señalado por algunos de ellos, verbalmente o por escrito en el libro de visitas. ¿El valor? El que le quieras dar. Mas no olvides que son sus voces, las voces de mi comunidad:
- «Nos hace ver la realidad” (alumno/a de Bachillerato)
- «Cuando llegué a Canarias, aluciné con la cantidad de zumos que se toma aquí» (tutora de uno de los grupos visitantes, natural de Cádiz)
- «Me ha encantado» (corredor que pasaba por el Parque García Sanabria y se quedó escuchando)
- “He aprendido que tengo que mirar y leer mejor lo que me como” (alumno/a de ESO)
- «Mola mucho» (alumno/a de 5º/6º de Primaria)
- «Esto está muy bien y es importante, pero el problema son los padres, que son unos cómodos; tienen que dejar de comprar ciertas cosas» (señora que se presentó como médico endocrina)
- «¿Puedo mirar cuánto tienen los yogures?» (técnico encargado de la logística de la feria que, en un descanso, disfrutó de una sesión individualizada)
- «Pero qué pasada, ¿no?» (maestra, al finalizar la sesión con sus alumnos y aprender a extrapolar el contenido de algunos productos a las recomendaciones de la OMS, en tanto otra colega asentía)
- “Hay que enseñar a los nuestros lo bueno del gofio que tanto se consumía antes” (madre, que aguantó estoicamente mientras su hijo tiraba de ella para seguir el paseo)
- «Yo tengo una huerta y como más de lo de este lado [el de las arvejas y garbanzos, el gofio y las castañas…] que de este [el de los que somos campeones de España]« (adolescente que apareció solo y participó en tres sesiones consecutivas)
- “Muy importante concienciar a los niños y que ellos puedan ayudar a corregir a sus padres, abuelos y hermanos. Muchas gracias” (señora de avanzada edad que dijo tener un amigo científico que corroboraba todo lo dicho)
- “Muy práctico y gráfico, permitió a los alumnos darse cuenta de las proporciones ingeridas y ver el concepto de publicidad engañosa” / “Fantástica actividad que los alumnos han sabido aprovechar muy bien” (tutores de dos de la treintena de grupos de estudiantes participantes)
- «El problema es la publicidad tan fuerte que reciben los niños» (señor que, con su mujer del brazo, se entretuvo unos minutos participando en un taller).
Cuánto aprendizaje haberlas podido escuchar.
Por Félix A. Morales,
Salud y suerte.